Nuestro servicio de Pascua fue una experiencia verdaderamente poderosa e inolvidable. La presencia de Dios fue tangible de principio a fin. Uno de los momentos más conmovedores fue una representación que dio vida a la historia de Jesús. A través del teatro y la emoción, se nos recordó su sacrificio, amor y victoria de una manera que tocó profundamente los corazones y despertó la fe.

Siguió un acto profético, en el que comenzaron a producirse milagros a medida que la gente participaba del pan ungido. Se produjeron curaciones, avances y encuentros divinos, pero lo más profundo del día fue el pan de vida que se dio: la Palabra de Dios. Era fresca, viva y poderosa, y alimentaba nuestros espíritus más profundamente que ninguna otra cosa.

Después de la misa, celebramos juntos al aire libre con abundante comida, diversión y compañerismo. La alegría de la resurrección continuó a través de risas, juegos y la belleza de la comunidad. Fue un día lleno de la presencia de Dios, el poder y la gente - una verdadera celebración de Jesús, vivo y en movimiento en medio de nosotros.